Por una mujer se han iniciado guerras, se han perdido imperios, se han despreciado herencias, se dividió el mejor grupo de la historia de la música y puede que también uno de los equipos de fútbol más representativos de la las últimas décadas.
Todo el mundo odia a Yoko Ono.
No existen en el mundo de la música –y en el resto– unanimidades tan unánimes. La certeza de que fue ella y sólo ella la que desafinó en la perfecta armonía de los Beatles le ha costado el desprecio de los fans, que ni perdonan ni olvidan. Sus diferencias con Paul McCartney y sus maneras dictatoriales, casi como si fuera una componente más del grupo, aislaron a Lennon, ensimismado con la japonesa, mientras que Harrison se perdía en La India de la mano de su gurú budista y Ringo le daba duro a la bebida.
Después de su última actuación en vivo en la azotea del edificio de Apple en el 3 de Savile Row, Londres, el 30 de enero de 1969, se separaron.
Algo parecido sucedió en el mundo del fútbol allá por el año 2003. David Beckham, hijo de un operario de una fábrica y de una peluquera, formaba parte de los Fergie Boys –como homenaje a su muñidor, el eterno Sir Alex Ferguson–, la generación de futbolistas más prometedora de la segunda mitad del siglo XX en las islas británicas.
Junto a Phil y Gary Neville, Nicky Butt, Paul Scholes y Ryan Giggs, Beckham fue la guinda de una escuadra –bautizada también como Gold Trafford– en la que los jóvenes ponían el atrevimiento y la velocidad en el juego, mientras que los veteranos Peter Schmeichel, Stam, Keane y, sobre todo, Cantona, ponían los poderosos cimientos del edificio a base de trabajo y compromiso. ¿Resultado? El dominio en Inglaterra de finales de los 90 y principios del siglo XXI y una Champions –la del migragro barcelonés frente al Bayern–.
Los Fergie Boys (en comparación con los célebres Busby Boys de los años 60) comenzaron a separarse el 25 de enero de 1998, en una fiesta nocturna en la que se conocieron David y Victoria Adams, la pija Spice que lo convirtió en fashion victim y que, a partir de su matrimonio, dirigió sus pasos profesionales.
Real Madrid, Los Ángeles, Milán... Siempre buscando abrir tiendas o irse de tiendas, o protagonizar realities, o posar para revistas de moda, o diseñar para la pasarela. El fútbol pasó a ser algo secundario. Como Yoko y los Beatles, ninguno de los amigos de David tragó nunca a Vicky. Algunos, como Scholes, le retiraron el saludo. Giggs puso su boda como ejemplo de lo que no debía ser su propia boda y no dejó entrar a un sólo periodista.
Y esto... ¿A qué viene? Viene a que el otro día me encontré con esta foto de los Fergie Boys jovencitos, enchidos de sueños, y me recordó a la instantánea de Don McCullin en la orilla del Támesis a los Fab Four con la misma pose y actitud. Ambos grupos preparados para comerse el mundo mientras que en el interior ya crece el vírus de la división en forma de mujer.
Hombre, está claro que Yoko no ayudó, pero hay otro factor fundamental en la separación de The Beatles: la muerte de Brian Epstein.
ResponderEliminar¿De qué año es la foto en el Támesis? Mínimo 1967, diría yo.