Por John Wyatt
Desde niño he escuchado los mismos mitos. Que si el Puerto no subió a Primera fue por la falta de dinero, que se dejaron perder contra la Real Sociedad, que hay un tipo que ha visto más de «8.000» partidos (de ahí su apodo) y que Di Stefano, tocado por una lesión, acudió a Puertollano en una eliminatoria de la Copa del Generalísimo en la que no pensaba jugar contra el Calvo Sotelo, entonces en Segunda, y en cuanto vió la alfombra de césped del viejo Cerrú, se calzó las botas y se chupó el partido enterito.
La leyenda dice que aquel choque lo dominó el Calvo de cabo a rabo, que le dió un baile al Madrid de las Cinco orejonas seguidas, y que los blancos sólo pudieron ganar gracias a un golazo desde el centro del campo de Gento.
Durante años he intentado saber qué parte de estos mitos son ciertos y qué parte son invenciones. El partido del Real Madrid existió, jugó Di Stéfano y ganó 0-1. He preguntado durante años por aquel encuentro, he mirado en internet y apenas he encontrado información.
La sorpresa fue que, hace poco, me enteré de que mi padre, un adolescente entonces, estuvo en la grada, así que la fuente no puede ser más directa. Y confirma. El mito puede estar inflado, pero es verdadero.
Otro mito asegura que el Calvo Sotelo (o el Puerto, como se le llama desde hace unos años) en la temporada 1966-67, estuvo a punto de jugar en Primera. Y que se vendió en el descanso a la Real Sociedad de Andoni Elizondo, con quien peleaba por un hueco en la promoción de ascenso.
La leyenda dice que, después de ir ganando 2-0 al descanso, los jugadores del Calvo recibieron un maletín (estoy viendo el maletín durado de Pulp Fiction) con dos millones de pesetas de la época.
La realidad es que el 23 de abril de 1967 el empate le era suficiente a la Real pero las cosas no comenzaron bien para ellos. Un gol de Argacha en el minuto 40. Es decir, no se fueron al descanso ganando 2-0 sino 1-0. Lo del maletín ya huele a bulo. El 2-0 llegó en el minuto 50.
Los realistas no se desmoronaron y dos goles, el primero de Boronat en el minuto 58 y el segundo del debutante Arambarri en el minuto 81, dejaron el marcador en tablas y a la Real en Primera (La foto en blanco y negro muestra a sus aficionados en el campo del Calvo celebrando la victoria). Es decir, que el mito es más falso que Judas.
Las leyendas no sólo se refieren a fechas, sino a personajes. Hay un tipo en Puertollano que, ya en los 80, aseguraba hacer visto 8.000 partidos del Calvo, en casa y fuera. Desde la fundación del Club en 1946 no se si habrá llegado a jugar tantos, pero si los ha jugado, el tipo, un anciano, asegura que estuvo allí, que lo vió todo. Hoy, décadas después de haber oído hablar del 8.000 (así se le conoce) sigo sin hacerle visto nunca y más me parece un holograma que una persona real.
Pero mi leyenda favorita, aquella que me llevaría a una isla desierta, es la de Zúñiga, uno de los grandes peloteros salidos del Calvo junto a Cañizares, Ribera y Biosca. Manuel Zúñiga salió de Puertollano a los 19 años camino del Español de Barcelona (cuando aún se escribía con Ñ).
Interior derecho de mucha potencia, llegó a jugar en la selección española y, con los años, se convirtió en capitán de los periquitos. Suyo es el último fallo en la fatídica tanda de penaltis contra el Leverkusen en la que acaban perdiendo una UEFA que ya tenían en el bolsillo. Pues bien, hay un fulano en mi pueblo que, desde que era un niño, coleccionó todo lo relacionado con Zúñiga: reportajes, fotos, objetos, camisetas, chascarrillos...
No sólo de su vida como jugador, sino que siguió sus pasos más allá. Me cuentan que está desolado porque hace seis años que no sabe nada de su ídolo. Ha contactado con el club, con sus familiares en Ciudad Real, pero parece habérselo tragado la tierra.
Si alguien sabe algo de Zúñiga, que mande un comentario a este blog y yo se la haré llegar a su fetichista seguidor.
Lo que más me gusta de los mitos futbolísticos es que en tardes como hoy, camino del estadio, vuelven a enunciarse uno por uno para crear ambiente, para refugiarse en la historia, para agarrarse a algo que una vez fuimos... o quisimos ser. Esta noche juega el Puerto contra el Villarreal, por fin un Primera.
Por cierto, el de la foto de arriba es Santiago Cañizares.
Hasta hace cuatro ó cinco años (cuando un servidor cogió el hatillo y abandonó Sevilla) Zúñiga vivía en las afueras de Sevilla, en la urbanización Simón Verde. O sea, entre Gelves -la tierra de El Gallo- y Mairena del Aljarafe, y pegado a San Juan de Aznalfarache.
ResponderEliminarSu hijo jugaba al fútbol conmigo. Era un paquetón de aúpa; un chaval un poco mimao y rebeldillo de pose. Iba por ahí como trastabillado. También con la pelota. En cuanto a Zúñiga padre, rondaba los ambientes de Prieto, Rafa Paz y Serna, entre otros. O sea, palabras mayores del sevillismo.
Aquí lo vemos en una alineación grande y pre-uefera del 1989 (http://www.alsolano.com/Galeria/1989%20Sevilla%20FC%202%20b.jpg), con Francisco, Ramón, Jiménez, superPolster, Diego, Nando, Dassaev...
Y aquí lo vemos con Prieto en febrero de 2009: http://www.palanganas.com/prieto_y_zuniga_estuvieron_con_nosotros-fotos_del_sevilla_fc-igfpo-32657.htm
Estará regordete, vale. Llevará un chándal Umbro celestón infame, vale. Pero perdido, lo que se dice perdido, nanai de la China. La tierra no se lo ha tragado; si acaso, al revés...
Juan Stuka