jueves, 16 de julio de 2009

La dignidad de El Salvador

Por Miguel Bujalance
Bajo la sombra de la Guerra Fría, los combates desangraban El Salvador desde 1979. La opinión pública sólo conocía este pequeño país centroaméricano por el conflicto entre el Gobierno derechista y la oposición filocomunista, pero los salvadoreños tenían un motivo de orgullo entre tantas muertes -especialmente sentida fue la del arzobispo Óscar Romero, asesinado durante la misa el 24 de marzo de 1980-: su selección de fútbol. Aquel equipo, que entrenaba con el ruido de los morteros como banda sonora, se había clasificado para la Copa del Mundo que se iba a celebrar en España.

El Salvador llegaba al hotel Tiro de Pich (Torrevieja) con un equipo muy joven liderado por Mágico González. El país que sufría los escuadrones de la muerte había quedado encuadrado, precisamente, en el grupo de la muerte, con Hungría, Bélgica (subcampeona de Europa) y Argentina (vigente campeona mundial). Empezaba la epopeya de unos jugadores que querían jugar al fútbol, ayudar a su pueblo y salvar la vida. Ésta es la crónica de su paso por España.

Elche. 15 de junio de 1982. Hungría 10-El Salvador 1

La mayor goleada de la Historia de los mundiales. Ramírez anotó el único gol salvadoreño en el campeonato. Cuenta la leyenda que los centrocampistas preguntaban frecuentemente a su portero "¿Cuántos van?" como si no estuvieran en el campo. Al finalizar el partido, los jugadores no quisieron cambiar las camisetas con sus verdugos magiares, según Joaquín Ventura, "por remordimiento". No obstante, esta dura derrota vislumbró momentos para la esperanza.
Al llegar al hotel de concentración, los camareros retaron a aquella selección desmoralizada a jugar un partido para resarcirse. Los jugadores pidieron permiso al entrenador y saltaron al campo. El resultado no importa. Además, dos días después jugarían un partido contra el equipo de la localidad y vencerían por 4 a 1.
Valga recordar que la historia en contadas ocasiones concede revanchas a los más débiles. Veinticinco años más tarde, Hungría visitó El Salvador y jugó un partido de homenaje a los mundialistas que concluyó con empate a dos. El honor estaba a salvo.

Elche. 18 de junio de 1982. El Salvador 0-Bélgica 1.

Los diablos rojos vivían su época dorada. Tan sólo la Alemania de Schuster les había impedido reinar en Europa. Su entrenador, Guy This, era un cretino y tenía ese humor soso de los belgas. En la rueda de prensa anterior al partido calificó a su rival como "la vergüenza del Mundial". Las crónicas dicen que el encuentro fue muy igualado y que El Salvador mereció mejor suerte. El preparador flamenco reconocería después que el 10 a 1 de la jornada anterior había sido un "accidente del fútbol".

Rico Pérez de Alicante. 23 de junio de 1982. Argentina 2-El Salvador 0

Argentina había empezado el Mundial de forma discreta, aunque nadie esperaba el desenlace posterior. Era la campeona y en sus filas estaba un joven Diego Armando Maradona listo para comerse el mundo. El partido fue muy duro y, según recoge el periódico salvadoreño El Diario de Hoy, el jugador Jaime Chelona Rodríguez recordaba que el argentino Américo Tolo Gallegos le gritaba constantemente: "Guerrilleros muertos de hambre". Los jugadores cuscatlecos no se dejaron amedrentar y tarareaban: "Dos barquitos de Inglaterra llegaron a ganarles a ustedes". Cada país con su guerra.

Al poco tiempo, Mágico González llegaría a España para conquistarla con su arte. Un homenaje a este equipo que demostró al mundo que su coraje desafiaría a las estadísticas del futuro.

P.D.: Durante años, mi hermano y yo guardamos los álbumes de cromos de varios mundiales. Por edad, él hizo los de España 82 y México 86, mientras que yo coleccionaría los dos siguientes. Recuerdo de aquel primer álbum el cromo de un Maradona aniñado, las barbas de Sócrates y del portero húngaro y los rostros de indios guerreros salvadoreños. En una mudanza, mi madre tiró esas joyas a la basura.

A veces se lo recuerdo.

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