viernes, 15 de mayo de 2009

Streltsov y Yashin: dos destinos opuestos

Por Miguel Bujalance
Un país gigantesco cuyos iconos eran cosmonautas tenía dos estrellas a ras del suelo. Un par de jugadores que concibieron la mejor década del fútbol ruso, pero que tuvieron destinos opuestos. Ambos consiguieron el oro olímpico en Melbourne y lideraban una de las selecciones favoritas para ganar el Mundial 1958.

Bajo los palos se erigía Lev Yashin, considerado el mejor portero del mundo (ganó el Balón de Oro en 1963) y símbolo del deporte soviético. En el ataque percutía el peculiar Eduard Anatolievich Streltsov, un vivalavida genial. La URSS caería ante Suecia en cuartos de final del campeonato con La araña negra defendiendo la portería. Meses antes, gracias al instinto goleador de Streltsov, había derrotado al equipo escandinavo por 6 a 0.

Streltsov era la figura del Torpedo de Moscú. Su imaginación con el balón le valió el apodo de Pelé ruso y tuvo el valor de rechazar ofertas de los poderosos clubes del régimen: tanto del CSKA (equipo del Ejército rojo) como del Dínamo (club guiado por la KGB). El propio Yashin intentó convencerle para que jugara en el Dínamo moscovita con él. Sin éxito. A Streltsov esas presiones le daban igual.

Su lealtad hacia el Torpedo se reconoció décadas después con una estatua junto a su estadio. Aquellos que ahora dicen que Adriano, Ufjalusi o Romario son unos fiesteros es que no conocieron a Strelsov. Alcohólico desde los 17 años, su estilo elegante se desenvolvía felinamente tanto en el área como en las alcobas.

Pocos días antes de la cita mundialista que iba a coronarle con 20 años, Streltsov era apartado de la selección. Una orden directa del Kremlin anulaba su título de Maestro soviético del deporte. No se podía permitir que aquel jugador tan irreverente se encamara con la hija del vicepresidente del Partido Comunista Soviético.

Otras versiones sugieren que su testosterona no llegó a tanto, que simplemente había criticado a esa chica en una fiesta. Daba igual, el Gobierno no iba a desaprovechar esa oportunidad para acabar con aquel jugador carismático de ideales demasiado individualistas. Finalmente, el delantero fue condenado por violación a siete años de cárcel en un campo de trabajo de Siberia.

Streltsov consiguió sobrevivir y regresó a Moscú con 28 años. Retomó su carrera, pero su físico no daba más de sí. Las secuelas del gulag eran evidentes. Murió de cáncer cuando acababa de cumplir 52 años, unos meses antes del colapso de la URSS.

En Rusia al taconazo se le llama streltsov. Ante eso, uno ya puede morirse tranquilo.

1 comentario:

  1. Amigo Bujalance, estoy viendo en clave Kaurismaki la infausta fiesta moscovita donde Streltsov se pudo condenar por una maledicencia. Salón gris, tresillos coloraos, gente espacida por la habitación... Nuestro héroe se acerca a un rincón, susurra algo al oído de un camarada mientras ríe y señala a la rusalka del apparatchik. El camarada le mira muy serio y sale de la habitación. Regresa con dos tipos malencarados que se lo llevan mientras el festejo prosigue silenciosamente.
    ¿Cómo será volver del gulag a los 28?

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